jueves, 4 de marzo de 2010

A veces miro atrás, en el tiempo buscando el momento en que tu mirada dejó de posarse en mí. El momento en que tu boca dejo de buscar mi aliento, o el momento en que tus oidos dejaron de escuchar mis pasos. El momento en que tu cuerpo dejó de anhelar el mío y tu olfato no quiso reconocer mi pelo. La vida está hecha de momentos, y a mí me pasó inadvertido ese momento, en el que me dijiste adios.
Doy marcha atrás en mi camino, escuadriñando a cada paso el terreno, en busca de aquel momento perdido. Mi frágil memoria parece que quiere indicarme algo, pero absorta como estoy en la búsqueda descarto sus tímidos asaltos.
Algo tuvo que haber, que desencadenó el abandono, pero mi camino no me habla. Solo observa en silencio mi desesperación. Voy diseccionando mi vida, quiero encontrar la espina escondida...pero no la hallo.Me inunda el llanto, desearía rendirme, meterme en la oscuridad y el silencio, donde nadie sienta lástima de mí. Pero no puedo. Tengo que hacer un último intento. Quizás no estoy buscando en el camino correcto. Puede que lo encuentre en tu camino.
Te miro, y tu me miras sin mirarme. No estoy en tu mente, ni en tus ojos. No estoy en tí. Deseo averiguar algo, y te pregunto. En tus ojos creo advertir un pensamiento fugaz, que pugna por salir, pero raudo los cierras y bostezas con desidia. Mi corazón estalla de dolor y empuja a las lágrimas. Me doy cuenta de que da igual: que no importa cual fue el momento o de quien fue la culpa. Ya no hay vuelta atrás. Pero no soy una cobarde como tú, yo voy a seguir caminando, a pesar de todo. Abandono mi vida entre algodones negros, y me voy. Hoy comienzo una nueva
vida.

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